Cuando rodamos nos encontramos con la magnificencia de un planeta lleno de vida. Podemos ver más allá de lo evidente (diría León O). Rodando, nuestra visión se extiende más allá de las paredes y ventanas de oficinas, talleres, casas y edificios de la ciudad. Descubrimos que no venimos para simplemente pasar los días yendo y viniendo en carros, camiones o mulas. Se descubren ante nosotros parajes que casi no caben en nuestra mirada, así simplemente porque llegamos ahí.
Pero no como milenials que creen que por ser y estar ya lo merecen todo… el ciclista tiene que esforzarse para merecerlo, tiene que moverse por si mismo, caerse y aprender a levantarse para poder llegar y recibir la inesperada recompensa de que en nuestra pequeñez, somos grandes y somos dichosos herederos de una tierra que no es para nosotros… nos es prestada para cuidarla y hacerla llegar a los que vienen después de nosotros.
Simplemente ve…