Cuando tomo mi bicicleta, generalmente se que ruta voy a rodar. Pero lo genial de esto de rodar es que pocas veces es igual a otra ocasión. Si, durante una rodada podemos ir pensando “Esta tramo se parece a tal o cual otra rodada”, “Esta subida o esta bajada me recuerda a la vez que …”. Pero nunca es lo mismo, y no es algo que allá vaticinado Einstein o Stephen Hawking. Simplemente el tiempo y el espacio sólo existen en un sólo momento y cuando lo hemos cruzado ya no es el mismo la siguiente vez.
Así es como rodar nos lleva en un viaje a través del tiempo y el espacio. Si bien, algún momento pasado ya rodamos por cierta calle o cierta vereda, siempre será diferente. No tenemos una experiencia exactamente igual y es la magia que nos da tomar la bicicleta y con manos en el manubrio, pies en los pedales, sentaderas en el sillín, vista, olfato, oído en el camino y sensaciones alrededor lo que alimenta nuestro espíritu y nuestra alma a través de los kilómetros o las cuadras que rodamos día tras día.
Ojalá más de nosotros compartieramos lo que aprendemos en cada ruta, que mejor que más de los que nos acompañan en esta vida quisieran salir del cascarón de la apatía, la comodidad, el desánimo, la complacencia, la ignorancia y la deshonestidad para llevar esto que vivimos en la bici a la vida del día a día…
Tan fácil que sería descubrir que, compartiendo la experiencia se aprende más, ofreciendo ayuda se llega más lejos. En lugar de buscar las trampas y los atajos en los trabajos, en las calles, en los puestos de gobierno, en los campos. Mientras más ciclistas nos volvamos, más caminos encontraremos para llevar a nuestra ciudad, sea Guadalajara o sea San Luis Potosí (Si, San Luis Potosí es también mi ciudad) a ser mejor, más bella, más amable, más y más….
Ro