Ahora que veo atrás y volteo hacia la bajada que acabo de pasar confirmo que es para mí como el tramo más difícil del Garrison, una de las bajadas clásicas en el bosque la Primavera. El Garrison es para mí parte de la Mosca,una de las primeras rutas de MTB en mi bosque. Esta ruta emblemática ha estado aquí desde mediados de los 80´s y ha venido evolucionado como el ciclismo de montaña mismo en Guadalajara. Ha cambiado, se ha modificado en partes, ha variado un poco su trazo para luego regresar al original, todos sabemos cuál es la Mosca y lo que vamos a tener que pagar para disfrutarla. Siempre decimos: “Es la misma, pero diferente”. No puedes decir que la dominas, caerías en la soberbia y una falta de respeto a la maestra misma de cada uno de nosotros, por más que no lo quieran admitir algunos “avanzados”.
Como decía, y veo lo difícil que es bajarla. En mis inicios me costo un muy buen susto, terminé brincando por encima del manubrio (no me preocupen cómo), rompiendo un cuerno del manubrio, y con el mismo manillar doblado. Pero mi tributo fue aceptado por el bosque, y me permitió salir rodando aquella vez… claro, tuve que cambiar el manillar y enderezar el rin delantero. De eso hace más de 10 años y es tiempo que sólo una vez… UNA! He logrado bajar completa el Garrison, arriba de la bici.
Ahora me doy cuenta de la lección que esta rodada me da cada vez que paso por aquí. Cuando voy bajando y veo hacia abajo, tengo que ir concentrado en no más allá de 2 metros por delante de mi rueda, cada ciclista tiene décimas de segundo para decidir que resquicio del camino va a seguir. Ese espacio del grosor de la misma rueda entre 2 piedras, pero que enseguida tiene una raíz que debe “brincar” o simplemente dejarse llevar por la gravedad y echando el cuerpo para atrás dejar que la llanta “caiga” 30 centímetros a una base de piedras que al instante debe jalar el manubrio para salir del agujero y empujando la cadera a la izquierda aventar la bicicleta sobre otra raíz y una piedra evitando levantarse más de 10 centímetros del asiento para no salir proyectado sobre el lienzo que se tiende 5 metros a la derecha de la bajada. Todo esto en no más de 15 segundos cuando bien nos va.
Termina el río de piedras y salimos a un arroyo de arena. Me detengo y miro para atrás, esperando que uno de mis compañeros de esta vez, pueda bajar sin problemas. Lo veo y me siento tranquilo, viene bajando pie a tierra. A veces, escuchar nuestra sabiduría interna es la mejor opción.
Ya les trataba de explicar lo que uno ve y piensa cuando va bajando. Y ahora les digo que estando abajo, viendo el escabroso paso que acabo de pasar no se ve tan difícil. Es como en la vida… cuando estamos en el momento, la perspectiva es una, vemos la dificultad, el temor esta a flor de piel, no hay mucho tiempo para decidir, tenemos que fiarnos de nuestro instinto y nuestras habilidades, y claro, dejarnos ir con un cierto componente de fe, de esperanza porque libremos el momento difícil.
Así es la vida, tenemos que ser ciertos y aventurarnos al momento difícil. Confiar en nosotros mismos (nuestra habilidad, nuestra experiencia, nuestra capacidad) y en nuestras herramientas (nuestra bicicleta), y claro tener fe, abandonarnos en la sapiencia en que al final sucederá lo que sea más beneficio para nosotros.
Confirmado, uno de mis grandes maestros en esta vida es el ciclismo de montaña, y algo que también agradezco a mi creador, es tener a tanto grandes amigos como compañeros de aula.
Ro