El ciclista que gusta de rodar en la montaña, se hace uno con el ambiente, cruza sin pretensión, busca el sendero en lugar de abrirlo. Rueda al cobijo del árbol y la maleza, sortea el tronco caído honrando su existencia.
La bicicleta en la montaña es tu seguro, algo así escuché el día de hoy de un colega. Cuando ruedes, escúchala, pon atención a lo que ella tiene que decir. Tu llevas el manubrio pero recuerda que rodar es labor de los dos, los dos guían, los dos perciben y es cuando nos sincronizamos con nuestra montura, cuando más vas a disfrutar la rodada.
Y cuando vayas por el sendero, recuerda que somos invitados, no los dueños, nosotros rodaremos y cuando ya no estemos, los que vienen después, merecen tener esta dicha de paisajes, de senderos y de brechas por eso rodemos disfrutando el presente y recordando al futuro que viene detrás…
Ro