Vallartazo 2023

Se llegó el día, y alrededor de 40 aventureros de la vida nos dimos cita para rodar a través de unos de los mejores parajes de esta tierra nuestra. Antes aún del amanecer nos encontramos a unos kilométros de Mascota, Jalisco y emprendimos el recorrido hacia la “virgencita”… entre ese sonido delicioso de las llantas rozando el pavimento, ese especie de zumbido que te hace recordar un enjambre de abejas, pero hoy éramos nosotros, despertando un día más, y sintiendo como nuestas almas maravilladas se abrían a un mundo cubierto de pinos y manchones de neblina por aquí y por allá.

Llegamos a la virgencita ya con los primeros rayos de sol y las primeras gotas de sudor en nuestro rostro…

 

Es mágico este recorrido. Claro que cuesta trabajo, y mucho. Nos tocó esta vez batallar con el lodo que hacia que nuestras llantas se ensancharan al doble, y por ende, rodar era difícil, sino imposible hasta que limpiáramos de nuevo las cubiertas de nuestra rila.

Pero a pie, o sobre el sillín, el esfuerzo es el mismo, el cansancio va acumulándose a través de cada kilómetro que vamos subiendo en la sierra. Luego alguna bajada corta que nos da sólo un poco de chance de recuperar algo de aire para luego seguir hacia arriba, pero inmerso en estos montes, entre bosque mesófilo (lo leí por ahí) y la selva de altura que anuncia la cercanía de la costa, es razón para poder deterse unos segundos y captar estas tomas, regalos del universo, de dios, de la fuerza, como quieras llamarle. Lo que si, es que no hay palabras para describir la dicha, la paz, la libertad (verdad Chuy?) que nos da poder estar aquí, por un momento, por una eternidad, nosotros con nosotros mismos, aprendiendo y gozando este mundo que hoy nos toca vivir.

 

 

 

 

 

 

Seguimos este primer día y la naturaleza continuo regalandonos motivadores para continuar la rodada.

 

Es increíble esto de rodar en grupo, es la vida misma, vas con varios en momentos, vas con “compas”, luego con desconocidos que vas conociendo, viejos amigos, nuevos conocidos, vas solo. Y a cada momento vas aprendiendo algo nuevo de ti, vas reforzando algo que ya sabías, vas descubriendo… Cómo para mí esta vez, que finalmente llegué hasta la Bufa, una cima mágica, en la que en pocos minutos pasas de un día soleado a uno lluvioso, a deslumbrarte con el sol para luego sentir el frío de una nube que te acaricia hasta los huesos.

Y eso fue sólo en principio del final de la ruta del primer día. Ya de ahí nos tocó cosechar el fruto del esfuerzo de subir durante horas y seguimos a una no tan corta bajada, que nos llevaría a nuestra primera escala…

 

San Sebastían del Oeste se abría paso entre los cerros cubiertos de pinos y otros árboles de este bosque que mezcla coníferas con selvas…

Llegando a San Sebastián siguió recuperar el aliento, desentumir músculos o estirar para evitar el calambre… pero sobretodo, compartir con nuestros compañeros que ya estaba ahí. Tomar una cerveza, o un refresco, o un suero, lo que el cuerpo reclamara. Es un orgullo volver a vivir esta experiencia y sentirla como una nueva. El triunfo es de todos, los que llegaron antes, el que llegó al final… los que por una u otra razón tuvieron que abortar la misión pero que ahí estaba ahora. Para vivir unas horas en ese paraíso escondido en una cañada ancha o un valle estrecho, como lo quieran ver… y que produce un microclima ahí a medio camino entre el bosque de altura y la playa…

 

Después de una tarde maravillosa en un ambiente de fábula – neblina, llovizna, claros, frío, lluvia – compartiendo con viejos y nuevos amigos, limpiando bicicletas, recomponiendo el cuerpo, nos dimos a la tarea de un reposo, unos más otros menos… y todo para poder arrancar el domingo con toda la batería cargada. Listos para lanzarnos de nuevo a la ruta… arrancando sobre pavimento haste el crucero con la carretera que llega a Puerto Vallarta… pero nosotros tomamos la mejor ruta, en medio de la sierra, volviendo subir al bosque, para luego bajar escoltados por el arroyo que siempre nos espera en esta ruta, cruzándolo una y otra vez hasta llegar al nivel de la selva… para luego pasar por la lobera (sitio paradisíaco con su lago y sus cabañas perdidas a media sierra) y volver a subir hasta el bosque de pinos. Para llegar al puerto de montaña potrero de mulas y empezar la épica bajada hasta nivel de mar…

La selva!
Uno de esos cruces del arroyo!
Aquí una muestra de los aventrureros de esta edición del Vallartazo con el tío Kay!
Y si tienes calor, por qué no un remojón?!

Finalmente, llegamos a buen destino, luego de esperar algo de tiempo a los “barredora”, trepamos rilas y rileros al camión y nos fuimos a Chacala, una perla escondida en el pacífico nayarita… para muestra un par de vistas…

Merecido descanso luego de 2 maravillosos días de rodar
Silencio de las olas

Qué mas decir que la vida esta hecha de momentos, y que durante estos 3 días, en la montaña, en la selva, en el mar… los momentos fueron muchos e intensos. De esos que te llevarás seguramente hasta esos días en que nos juntemos simplemente a tomar un tequila o un mezcal y estaremos impulsando a los que vienen detrás de nosotros a que vivan, vivan intensamente sus momentos!

Así como hicimos nosotros en este rincón de mi tierra, junto con mis amigos, mis compañeros de ruta, gozando cada pedaleada, si, en momentos jadeando y maldiciendo al lodo o la panza… pero son maldichos de cariño digo yo, porque cada uno de esos nos da mil momentos más de dicha, de paz, de libertad… como diría el Chuy…

Así que sin más, con mi más sincero agradecimiento al Kaiser, por fletarse y aguantarnos una vez más, por ponernos en ese camión y soltarnos en un Vallartazo más… que siga la rueda rodando y a rodar!

Ro

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