Domingo, ya amaneció hace un rato y nos estamos preparando para rodar. Bajo mi bicicleta y me presento con los primeros que ya llegaron al punto de reunión. Aunado con las emociones que ellos traen para esta rodada, quizás una vez más en los últimos meses, traigo yo la aventura de recorrer un camino nuevo, conocer a otros amigos. Si, sobre las rilas no hay conocidos. Creo que por la misma naturaleza de lo que hacemos, cuando nos armamos en pelotón y empezamos a pedalear, ya somos más que simples conocidos. Estamos compartiendo algo de nosotros mismos con los demás. Para empezar el tiempo, luego las experiencias, los tips. Y conforme van pasando los kilómetros unos van compartiendo trazos de sus vidas, el agua y los snacks. Creo que eso no los hacemos con los “conocidos”.
No me sé aún los nombres de todos los que rodamos este día, injusto sería decir sólo los que pude memorizar. Pero como puso quién me invitó, el Harim, vámonos rodando con los Lizzards. Rodamos hacia las afueras de San Luis Potosí, en dirección al oeste, ya me iré aprendiendo las colonias, los pueblos, los arbustos (aquí casí no hay árboles) significativos, así como el árbol de Torre 3 o el árbol de la mosca, allá en el lejano bosque la Primavera…
Lo que si supue es que cruzamos el periférico, y posteriormente, pasamos por debajo del libramiento poniente para pasar junto al iglesia del desierto. Literal, solo la iglesia. De ahí subimos al árbol de la vida, según me dijeron… un arbusto único en el paraje. Luego nos llevaron por una bajada “mamastroza”, todavía no se bien el significado de esto, aunque no auguro nada bueno. Rodamos como pudimos unos metros y caminamos o piedras brincamos el resto.
Pero ahí no acababa la rodada, nos esperaba otra subidita, nada facilita. Una brecha que se escondía debajo de piedras que parecen caminar justo cuando vas a pasar sobre ellas.Pero a cada trecho difícil le sigue otro no tanto, y que te regala la oportunidad de hacerte uno con el camino. Porque sólo así vas a poder rodar, hay que hacer a un lado la soberbia y altanería, hay que ser humilde y sencillo con el camino… no es pasar sobre las piedras, es hacerte como ellas y en su sabiduría, no pelear con los elementos, simplemente mimetizarte para bajar por donde baja el agua (cuando llega), o acariciarlas como lo hace el viento, para no molestarlas y simplemente aprovecharlas para que ellas te impulsen al siguiente tramo del camino…
Y luego ¡kaboom! El camino desaparece debajo de mis ruedas, y no queda más que pedalear con más empeño que técnica, no cansa la inclinación sino la multitud de mini-topes que conforman las piedras, una tras otra, una junto a la otra. Rendí tributo al pedregal y puse pie a tierra. Caminé los últimos metros aunque tuve ánimo para la pose para la estampita!
Luego continuamos subiendo un poco más, con menos piedra pero más inclinación, y más sol. Para por fin hacer parada de snacks a pleno rayo de sol y otro miembro de la comitiva, dando tributo a la montaña con un buen tallón y golpe en la espinilla, verdad Harim? De esos de no lloro, es una basurita en el ojo…
Luego de reponer energía y líquidos vino la oportunidad de soltar el pedal -que no el freno – porque aquí las bajadas son igual o más difíciles que las subidas, y disfrutamos de una bajada que nos encaminó a la última parte de la rodada. Me comentaron que fue recorrer los tramos de una pista, aunque no pregunté cuál. Pero igual fue estupenda para terminar de gastar mis reservas, endurecer mis pantorrillas, las muñecas y mis hombros en las mini-subidas y las bajadas con mini-drops sobre piedras tipo cánica.
Yo tomé la salida junto otros 3 del grupo mientras los demás se aventaron una última subida y su consecuente bajada. Yo me esperaré a la siguiente rodada por ese rumbo, no llevo prisa y esta bien ir poco a poco aclimatándome al terreno, a las montañas, a los cerros y así humildemente ir pidiendo y ganando su permiso para rodar a través de ellos!
Ya la cereza del pastel, fueron más bien unas gorditas (Chicharrón ry huevo rojo) en el puesto de la sra. Gloria, con una cervezas frías para ir hidratándome de nuevo, claro si no para que otra cosa…y así poder llegar sanos y salvos (salvo algunos raspados del grupo) nuevamente al punto de arranque en los alrededores del parque Morales… bienvenidas cómo estas y como aquella por Capitan Cladera y el cerro de San Pedro (con pollito y cervecita) nos hacen querernos quedar por un buen rato en San Luis Potosí … a rodar!
Aqui la ruta…
Roger estuvo de h. Grx por acompañarnos y bien venido a estas rutas exigentes de poca agua. Te vas a divertir.