Medio día, en medio de… no lo sabía.
Solo íbamos rodando. El grupo de más de treinta ciclistas se encontraba disperso yo creo en un tramo de unos 10 kilómetros, quizás más. Empecé a ver a los de adelante que se iban alejando, empecé a ver que los que iban atrás de mi, se iban también alejando. Pero eso no te hace quedarte sólo, te hace descubrir que vienes contigo.
Escuchas tu respiración,
sientes como los ligamentos de tus rodillas se extienden y comprimen,
Saboreas la sal de tu sudor cuando gotas escurridizas escapan de tu paliacate o buff que cubre tu cabeza y surca hacia la barbilla pero se cuela en las comisuras de tus labios.
Casi casi percibes los fotones que a la velocidad de la luz se incrustan en tu piel que no cubre el jersey, la licra o short, los guantes, el casco, los lentes,
Miras al horizonte y descubres ese camino que has de recorrer, para cualquiera sería razón de más para claudicar, detenerte y llorar de impotencia, pero no! Somos ciclistas! y en el camino rodamos, es nuestra razón, nuestro alimento, el combustible para nuestro corcél de aluminio o carbono, no importa.
Podemos ver lo abrumador de un camino pero basta voltear atrás y ver lo que ya hemos rodado, lo que hemos avanzado para llegar a donde estamos en este pedaleo para sonreír en nuestro fuero interno, redoblar esfuerzo y con la seguridad de tener con qué! seguir rodando, ya casi llegamos!
P.D. Como dice un gran amigo “este pedazo de tierra, este rincón del universo ha estado esperando precisamente este día y este minuto para mostrarse en toda su grandeza a nosotros solamente”… así que a disfrutrarlo!
Ro