De caidas y soluciones

Llenando el bagaje de experiencias. Imagen tras imagen, aromas que van cubriéndolo todo, sonidos que se traslapan unos a otros, voces, crujidos, raspones, zumbidos.

Así como el clima se vuelve loco en esta tierra potosina, y en un momento amanece con una densa capa de nubes por encima de nuestras cabezas y una sutil neblina a nivel de piso, y en unos minutos el sol emerge de entre las nubes y se convierte en amo y señor… Así pasan nuestras ruedas de una árida brecha a un sendero cubierto de piedras del tamaño de canicas y de ahí a un camino de arcilla roja que en partes hasta húmeda esta y pareciera querer atrapar el rodado de cualquiera de nuestras bicis.

Y a la vuelta de una curva nos sumergimos en un una brecha arbolada que sube y baja entre curva y curva; nos reta con raíces y piedras camufladas y vueltas casi en “u”, que nos sugieren a visitar el suelo de una manera muy amistosa pero no por ello menos dolorosa.

Surcamos veredas secas cercadas por nopales de los más variados tamaños y formas, que nos “invitan” a mantenernos al centro, so pena de sufrir un tratamiento de “pilling” no pensado.

Ese día el precio mayor lo pago Don Ruben, Sensei o el Master… para los compas. Una bajada, una raíz, una piedra con complejo de alfombra. Todo acomodado para que el buen Ruben se lance cuesta abajo pero no llegue sino a la mitad de la bajada, justo donde una piedra tendió sus brazos para recibirle y abrazarle… Pero no duró mucho el abrazo. Los compañeros de rodada corrimos a él. Impulsados por el grito de guerra de Ruben mientras volaba o, más bien mientras “planeaba sin motor” y protagonizar una maniobra de aterrizaje forzoso no planeado con menos de 2 segundos de preparación.  En esta ocasión, elciclista le ganó a la bicicleta. Ruben se adelantó y cayó por delante de su alumínica. He de recalcar que al narrar esta escena me da gusto decir que tuvo un final feliz. No pasó más allá de unos buenos raspones que acompañaran al Ruben durante esta temporada navideña; terminó algo sofocado por caer de bruces sobre una piedra estratégicamente colocada y seguramente alguno que otro golpe aparecerá en los siguientes días recordándole la épica caída en la pista “Alubike”, una más a la lista de cobro de este muy demandante “trail” para los amantes de la bicicleta de montaña.

Este evento me hizo reconfirmar que el ciclista esta hecho de otro material, para empezar el buen Ruben, que luego de cumplir el tostón, sigue rodando y demostrando que la calidad no depende de la edad y la resistencia hasta parece afinarse con la experiencia. Luego, los ciclistas, aquí en estas tierras me sentí como en la mía. Todos prestos a ofrecer ayuda. Ni el mejor equipo de protección civil se hubiera coordinado mejor de lo que lo hicimos en ese momento para apoyar al compañero caído. Checar como estaba, revisar movilidad, cabeza, cuello, torso, extremidades, mientras otros atendían a la bicicleta también. Y otros simplemente cuidaban las bicicletas de otros y claro, aparecieron los narradores que detallaban su versión de la caída para revisar en que tendríamos que tener cuidado al reincorporar a Ruben.

Afortunadamente, nuestro Master hizo honor a la dureza de sus huesos, y poco a poco fue recuperando la compostura, el aire y luego de estar sentado algunos minutos y recibir los primeros cuidados, lavar raspones y tomarse una pastilla (si se la tomó?). Estuvo de nuevo en pie y preguntar, claro: “Cómo esta mi bicicleta?”

La bicicleta salió indemne. Creo que ni raspones tuvo. Y en unos minutos ya estábamos de nuevo en línea  rodando lo que quedaba de la ruta de ese domingo. Queda demostrado que no importa la ciudad, el estado y seguramente el país. Los ciclistas, sobre todo los de montaña, tenemos una “pasta” especial. disfrutamos las rutas, amamos a nuestros corcéles de aluminio, carbono o metal pero por encima de eso nos preocupamos por los demás, somos más que un simple equipo, un grupo de almas que comparten una misma pasión y nos preocupamos por los que están compartiendo con nosotros el espacio y el tiempo sobre nuestras queridas bicicletas!

Y por eso, mi creencia es sólida, si más gente rodara, más fácil sería resolver los problemas que tenemos entre nosotros. La montaña trae las soluciones para esta abrumada sociedad, y vienen montadas en bicicleta!

A rodar! 

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