Bajo el sol

Por un momento me vi así. Simplemente ahí. Sin ruidos de la ciudad, un aire fresco que no se parecía mover. El sol en todo su esplendor ahí arriba. Viéndome simplemente ahí. Yo estaba esperando a los demás que se habían detenido creo que ha tomar algunas fotos. Y Manuel allá adelante esperándonos a todos, apenas y se podía ver a lo lejos, y eso que no había más que algunos arbustos muy separados, y rocas, muchas rocas. Grandes, chicas, mínimas. Sólo había algo que lo dominaba todo, el sol. En su magnificencia. Era esa luz informe color blanco delante del fondo azul más intenso que había visto en mucho rato. Y dejando caer mi mirada ese azul se acaba de pronto en el café de la tierra seca. Aunque seca, esta viva, con esos tercos matorrales que voluntariosos siguen vivos e impasibles bajo ese radiante e incansable sol. Y así hemos de emularlos, porque no entiendo otra razón por la que sigamos rodando y disfrutando de estas veredas adustas, secas pero vivas. Llenas de la vida que le dan nuestras piernas y nuestro sudor sobre el camino, que no deja huella, porque se evapora a los segundos de tocar el suelo, o quizás se sumerge rápidamente para escapar de la mirada implacable de este sol que nos acompaña, nos goza y nos permite gozar… una rodada más.

 

 

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