Agarrando vuelo

Ya es hora de ir regresando al ritmo ¿o no?

Es preciso ir quitándonos “lo ciscado” por la caída y para eso la única manera es rodar y rodar.

Ahora tomamos ruta hacia brujitas. Ruta excelente en la cual te vas alejando, no sólo del bullicio de la ciudad, sino de los entronques “transitados”  y de los paseantes de fin de semana. Roberto (el Roberrr) y Luis iban lidereando la “bajada” mientras el “Porve” y yo veníamos cerrando el grupo. Disfrutando de una mañana medio nublada y fresca, como esas que invitan a seguir rodando entre los árboles. Hasta que salimos al “valle largo”, marca donde terminan las rutas más conocidas y empiezan las rutas que exigen un poco más del ciclista. Para empezar porque están más alejadas de la puerta del bosque. Ahí encontramos un pequeño espejo de agua que claramente me invitó a tomar un par de fotos…

Porve, siguiendo el ejemplo
Luis L bordeando el espejo

 

 

 

 

 

 

Dejamos el espejo de agua atrás y nos internamos en una vereda escondida que nos llevó a las entrañas de una zona de colinas cubiertas de árboles. Básicamente colonizadas por robles y encinos, comparten a duras penas esas colinas con algunos valientes pinos que se resisten a claudicar su presencia en esta zona. Aunque la presencia de corredores, caminantes y ciclistas es casi nula, la vereda se dibuja claramente entre la alfombra de hojas marrones y troncos que cubren sus bases con musgo, líquenes y algunos hongos que parecen extraídos de las historias de ciencia ficción o fantasía. Nuestro cuarteto iba claramente rodando en modo tranquilo, casi sin escucharse nuestra respiración detrás del sonido de las ruedas sobre la tierra húmeda. Pasamos a un lado del llamado “nido del águila”, que marca el punto más alto de esta ruta e iniciamos una bajada trepidante, siempre siguiendo la fiel vereda que nos guiaba ya de regreso al camino ancho. En momentos la vereda parecía esconderse entre una alfombra de piedras traviesas que nos sacaba uno que otro susto al hacernos trastabillar la bicicleta, sino pregúntenle a Roberrrr… Afortunadamente bajamos los cuatro sin caídas ni raspones, un poco temblorosos de los brazos y las muñecas por el esfuerzo de mantener la vertical, pero ya íbamos de regreso por el camino ancho, ahora si, saludando al siempre exigente “Salsipuedes”, camino ancho con una tendida subida de unos 8 kilómetros de longitud que hace sacar el bofe, pero también lo mejor de uno; el esfuerzo, el ánimo, la fuerza.

A la mitad de esta “subida”, cruzamos nuevamente el “valle largo” que me invitó a tomar una foto… tomé algunas más porque venía otro grupo de ciclistas con el ánimo en alto, y con energía, ya que según entendí estaban recorriendo la ruta Guadalajara-San Isidro (aún a unos 15kms cruzando el bosque…) Escuché: “¡foto para el feis!”, y bueno, ¿por qué no?

Qué gusto que aún sin conocernos, pudimos escucharnos, entendernos y darnos una porra, en esta, otra rodada por el hermoso bosque la Primavera!

!a rodar¡

El cuarteto: Roberrr, Luis, Porve, Ro

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