Una tarde, una calle, un parque, una salida, una oportunidad más…
Rodar te da regalos que no te imaginas, a veces no tienes seguridad de la ruta que vas a seguir. Y en ocasiones, aún teniendo en tu mente el trayecto descubres nuevas cosas, una curva, una subida, un bache, una nueva piedra en el camino. Así es como uno se alimenta de la rodada.
Sigo subiendo por esta calle, que luego termina, dando fin a la mancha urbana, y sigo por una brecha pedresgosa que en custrión de unos metros se vuelve casi imposible seguir sobre la rila… pero merece la pena seguir subiendo, por que llegas a donde la cima te regala una vista que sólo unos pocos hemos visto, creo yo.