Mi primera trepada al Nevado, el de Jalisco, no de Colima…
Una experiencia digna de mi recién inicio a la trigésima octava vuelta al sol… Suena a trillado, pero es que de eso se trata la vida no? de hacer de cada experiencia que sea especial, vivida en conciencia y al máximo.
En la prisa de la salida olvide la cámara, así que tomare prestadas algunas de las fotos que el buen Hojarascas tomo para la documentación habitual de las rodadas del Tequila bike… Así que pro las fotos, gracias tequilas!
Y acercándome a ese coloso, tan cerca y tan lejos, pero hoy con la misión de llegar hasta aquellas laderas rocosas y arenosas que parecían brillar en ese tono anaranjado con los primeros rayos del sol.
Y que tal el inicio, el bosque abría sus brazos a nosotros,40 ciclistas dispuestos a colarnos en esos senderos centenarios. Siempre acompañados de los cantos de pájaros que no se veían.
Fue un reto extenuante, exigente y gratificante… pocas veces he agradecido y valorado cada gota de sudor que resbala por mi rostro, cada piquete en mis músculos que antes de ceder al cansancio se extirpaban cada miligramo de energía de las reservas para proveerme a mi y a si mismos de un jalón mas, y así, metro a metro ir avanzando, ir ascendiendo.
Hasta irnos acercando al playón, al destino marcado, que regalo Dios, que secreto a la vista!, que abrazo de este magnífico universo que tenemos a nuestro alrededor. El exuberante bosque fue cambiando, cambiando y llevándome a esos parajes aparentemente mas secos y fríos pero no, tan llenos de vida, una muestra palpable de que el máximo poder es la vida misma y como se abre paso en los mas diversos ambientes… que hermoso bosque de altura!, pinos, arena, rocas, y junto a mi… amigos, ciclistas, nuestras bicis, calladas algunas, rechinando otras, pero todos en un mismo logro, esa tarde de febrero… ese día, como ninguno otro… una rodada mas… Gracias vida!