Así empezó el día de hoy, antes de que saliera el sol yo ya enfilaba hacia el bosque, todavía algo dormido y con frío.
Iniciamos la rodada como de costumbre, con el pedaleo cadencial para superar la subida tendidita de unos 5 kms antes de tomar de lleno la brecha y seguir subiendo, jeje.
Pero no paso mucho tiempo antes de iniciar la bajada, otros tantos kilómetros rozando las ramas de los pinos y sintiendo el frío que se despedía aumentando sus punzantes agujas sobre mi rostro y mis enguantadas manos.
Llegamos a un plano entre arboles y ahí me percate del sol que ya enfilaba hacia las copas de los árboles. Y me di cuenta de algo mágico, estaba lloviznando! Miré hacia el cielo pero no había nube alguna, el azul lo cubría todo allá, volví a ver hacia el camino y si, veía huellas de gotas que caían. Agudicé mi oído y sí… escuchaba las gotas cayendo con el ritmo de una tranquila llovizna. Sí, estaba lloviendo, aunque ahora las nubes no eran otra cosa que la capa frondosa del mismo bosque, que seguramente había guardado la humedad durante la noche, y ahora con el sol, al igual que nosotros, iniciaba su día y se movía para continuar su camino a través de este hermoso lugar …