A veces pareciera que se pone más difícil cada vez lograr hacer lo que nos gusta, o lo que sabemos que gustándonos, también sabemos que nos hace mucho bien… en mi caso, salir a rodar en mi rila.
Pero no e tanto eso, sino que nos vamos dejando envolver por las responsabilidades de la “vida”. Nos creemos eso del trabajador responsable, el ciudadano modelo, la persona impecable. Si, muy loables esos términos pero no son la verdad absoluta, menos cuando por mantener esos “modelos” damos al traste con nosotros mismos.
Hoy fue de esos triunfos en los que me despabilé y aunque me ponía mis propios obstáculos, como levantarme tarde, no sacar mi ropa, dejar el café para el final, no preparar mochila para la rodada. Con eso y aún así me ví manejando para llegar al 8 1/2
Y si, cuando nos esforzamos obtenemos recompensas…
Como esta toma de una isla de árboles en medio de un valle al iniciar la rodada. Quizás es un valle artifical, porque ahora parece ques usado para siembra o pastoreo de algunos caballos o vacas, pero no deja de ser espectacular y a parte de darnos un poco de aire justo al inicio de esta ruta a la que llamamos “la mosca”. Justo pasamos los primeros single tracks, ya hicimos un par de subiditas de esas que arrebatan la respiración y también una que otra bajadita de esas que no te dejan distraerte ni un segundo si no quieres terminar estampado en algún árbol a lado del sendero.
Bien, iba por aquí cuando también vi a otro par de compañeros anónimos que también iban por mi ruta.
Es genial saber que somos varios los que nos animamos a esta aventura de rodar en el bosque. Imagino que cada uno trae su historia, sus razones y quereres. Y de igual manera, vienen sorteando sus propias barreras para llegar aquí. Y sin embargo, siendo un martes, conté no menos de 20 ciclistas que estábamos por aquí, en nuestro bosque, gozando de las pocas horas de fresco de esta época del año y limpiando nuestros pulmones con aire puro y nuestras mentes con aromas de paz y espíritu satisfecho.
Así fuimos, compañeros por varios minutos antes de que cada uno fuera tomando alguna de las tantas rutas que este, nuestro bosque, ofrece a los que se animan por un rato a atender a su propio ser antes que a la sociedad, que esa, mucho ya tiene de nuestro tiempo.
Que dicha es poder rodar por este bosque que es un guerrero. Aún con los incendios y el abuso humano, aquí sigue y se ve que va a seguir todavía por aquí, así que mientras estamos de turno a seguir cuidándolo, protegiéndolo y disfurtándolo…
a rodar!
Ro