Entre pinos y piedras

Pinos verdes luchando por crecer en las laderas áridas de estos montes. Me deslumbra la belleza en los colores que se destacan cubriendo estos parajes. Me emociono casi hasta las lágrimas al descubrir lo afortunado que soy en esta ocasión por rodar en estas veredas. No me importa el esfuerzo, los senderos difíciles de domar, entre tanta piedra suelta, tramos de roca viva, escalones. Con gusto ofrezco mi sudor al saber que soy de los pocos que estamos rodando esta ruta.

Que bello es este planeta, que dicha tener estos rincones de naturaleza todavía. Nos muestran como deberíamos comportarnos con nuestra casera, con humildad y agradecimiento.

En cierto punto de la rodada, luego de una subida “tendidita”, de esas que no ves su fin y que te llegan a exasperar, por no ver cuando acaba, que me encontré de pronto ante la postal que enmarca esta reseña. Acompañado de un par de mis amigos de los Lizzards, como usualmente en estas rodadas, acompañándonos con otros ciclistas que aunque no sean del mismo grupo compartimos la ruta algunos kilómetros. Aquí no hay barreras entre grupos, entre equipos… así lo veo yo y así lo vivo yo.

Ahí abajo se asoma una presa, la lucha incansable del hombre por sobrevivir ante condiciones extremas. El trazado surgió no por las bicis, seguramente de vacas o cabras ya lo cruzaban desde hace muchos años. Que bien que algunos locos ciclistas como nosotros, se les ocurrió explorar por acá y ahora han compartido sus dichas y hoy nos toca descubrir y disfrutar estas líneas terrosas.

Creo que esta es una gran toma ejemplificando lo que es el ciclismo de montaña, amplitud, el esfuerzo, la belleza, montañas, planicies, paisajes, tierra, árboles, arbustos, agua, nubes, valles, sierras, la vereda, los pinos, los espinos, las cactáceas, majestuosidad del horizonte, la belleza de los pequeños detalles y ahí como parte del todo, el ciclista, sin ser más ni menos, adaptándose al camino, y hablando por mí, con la humildad de ir cruzando sin aspavientos, con los movimientos precisos, con la energía y la concentración, ni más ni menos. Con la gratitud  ante esa majestuosa vastedad y que se nos permita cruzar por este paraje.

Que mejor sería el mundo si este espíritu del ciclista fuera más un estilo de vida que una moda no?

Gracias Ernesto por ser el modelo en esta toma. Saludos!

Ro

One Reply to “Entre pinos y piedras”

  1. MI excelente buen amigo un placer i
    Leer tu prosa tan hermosa, real que me transporta a esos hermosos parales, Gracias por compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Post

De cercas …

¿Cuándo dejamos de ser humanos para convertirnos en animales domesticados? Porque veo a mi alrededor como a cada día surgen mas rejas, alambrados, muros que nos separan y nos alejan a unos de otros…No lo digo con ese dejo de “martirisismo” o negativismo o encono hacia mi propia especie…Es una sincera interrogante y además, el […]

Poco a poco, viene la bici…

Así, poco a poco, de una manera o de otra. Sin que siquiera nos demos cuenta de su aproximación hasta que esta ahí, en el retrovisor… así viene la bicicleta asomandose por la ciudad. Y no por tímida sino por su naturaleza misma. No se nutre de los aspavientos ni se vanagloria de su eficiente […]

Ahora si rodé

Y fue una delicia regresar a cruzar la “Mosca” y de ahí apuntar a “Toboganes”, para terminar por la ruta llamada (con mucha razón) la “Hermosísima”. Fue reencontrarme con un viejo amigo, fue reconocer un camino tantas veces andado, o mejor dicho, rodado…Fue sentir la libertad de apretar el pedaleo cuando me latía que debía hacerlo o simplemente dejarme llevar […]