Aquí el segundo, voluntad por cambiar. El deseo simplemente de pasárnosla bien, no en el libertinaje que profusamente y mañosamente evocan los medios de comunicación con el objetivo último de promover el consumo por consumir.
Hace unas semanas me lancé a la tarea de exponer mi opinión personal sobre los factores que podrían cimentar un cambio en mi ciudad (y capaz que en otras más…) y el primer párrafo aquí arribita, es mi segunda aportación.
Hilvano la “voluntad por cambiar” con la libertad, y la mezclo con los medios de comunicación, no para hacer más complejo el pensamiento, sino al contrario, creo que es sencillo cambiar en función de la libertad, tanto así, que somos excesivamente vulnerables a la influencia de los medios de comunicación de la actualidad.
La publicidad que se vierte en la televisión, la radio, el periódico, las revistas, los espectaculares en las calles… todos plagian a la naturaleza, al atiborrarnos hasta el cansancio que podemos vivir felices cómodamente sentados frente al televisor o comiendo y bebiendo determinada marca de alimento o vistiendo de tal o cual forma. Avientan una cortina de humo para que no nos demos cuenta que vivir felices no nace de los factores externos, sino de nuestro propio interior. Cuando estamos seguros de lo que hacemos, cuando estamos satisfechos de lo que logramos por nosotros mismos, cuando comemos conscientemente lo que nos hace bien y nos gusta al paladar y en la medida que nos pide el cuerpo, no hace falta que la chica linda de la cuadra nos vea bonito, o que nos envidien nuestros tenis, o que siquiera nos den las gracias por ayudar a cargar unas bolsas.
No requerimos del regalo de navidad (o que comentario ha lugar!), no es necesario comprar el maxi-super-novedoso gadget para escuchar música mientras sudamos en el gimnasio o suponemos correr quemando calorías. Claro, no sobran los gadgets… pero ojo… tampoco se necesitan.
Y que tiene esto que ver con andar en bicicleta? Querer cambiar es un ejercicio de voluntad, de la misma manera que una mañana fría nos impulsa a quedarnos cómodamente en cama. Igual nos levantamos con las resistencias propias y los auto-mensajes de “que haces?!” , “Para que te levantas”, y así, sin sofocarnos a nosotros mismos, simplemente nos enfundamos el jersey, el short, el pants o la bermuda y sacamos la bicicleta… sin pensarlo estamos rodando ya y pasados los primeros minutos, nos sentimos tan bien con nosotros mismos que sonreímos al viento frio, al pájaro que brincotea en la calle o vuela a nuestro paso. Y luego, al regresar de la rodada, fuera al parque, a bosque o a las tortillas… nos sentimos tan satisfechos que hasta un abrazo nos damos a nosotros mismos y con la sonrisa de cachete a cachete, llegamos a casa y decimos “Buenos días!!!”
La mano invisible del consumismo, nunca nos dejara satisfechos, siempre querremos el siguiente modelo, sea de ropa, de zapatos, de shampoo, de automóvil… de bicicleta. Si aprendemos a escucharnos realmente a nosotros mismos y saber lo que necesitamos antes de lo que queremos, y lo que gozamos antes de lo que añoramos, gastaremos menos y aprovecharemos más. Consumir es buscar tener, como cuando niños, cada salida a la tienda era el deseo de querer algo, no sabíamos qué, pero algo nos tenían que comprar… pues bien, ese impulso sigue aquí, a nuestro alrededor, en cada esquina, en cada letrero. ¿Por qué? Porque la sociedad está creciendo apenas, estamos dejando la infancia y entrando en la adolescencia de occidente, y quizás de oriente también… Cuando éramos niños sentíamos inseguridad, nos faltaba confianza… y hoy, los medios pretenden que sigamos así… no por otra cosa que por que así somos moldeables y necesitamos de lo externo para funcionar… así, los medios pretenden inyectarnos inseguridad y falta de confianza para que volteemos a ellos y necesitemos de ellos. Cuando uno empieza a ser seguro de sí mismo, necesita menos y menos el tenis de última moda, el auto más “poderoso”, la bicicleta más brillante. No es cuestión de no comprar, sino de buscar lo que realmente necesitamos… ¿o qué? ¿A poco no lo habías pensado así?
Y siendo así, si tenemos más gente segura de sí misma, consciente de su lugar y su responsabilidad para consigo y para con los demás, de esta manera tendremos una sociedad más madura, cuando sus componentes, sus elementos crecen, la sociedad crece, la sociedad madura y se convierte en un ente más civilizado, entendiendo civilizado como un entorno seguro y fértil para el desarrollo integral de sus miembros, en físico, lo mental y lo espiritual.
¿No lo crees?