Rodando después de la lluvia

Escuché como caían las gotas en el domo de mi casa, eran como las 8 de la mañana y casi momento de salir hacia mi oficina. Me enfundé mi pantalón “casi” impermeable, mis bolsas de plástico para minimizar la mojada de los calcetines, me enfundé la chamarra (no el impermeable amarillo, ya que no era tan profusa la lluvia) y luego de revisar las luces y que los frenos frenaran… salí a la calle…

La lluvia se habia ido ya, dejando ese aroma típico y melancólico de la Guadalajara con calles adoquinadas, el aroma a “tierra mojada”, el fresco de un día que se había hecho del rogar para despertar. Y así emprendí mi ruta habitual a la oficina. Hoy me coloque los audífonos y seleccioné mi lista de reproducción con Jazz… el día lo pedía!!!! y o que bien que fue rodar esos minutos, al son de “purple rain” en estilo jazz, con el techo de nubes coqueteando con las antenas de celulares de la ciudad, con ese refrescante viento que parece hacer ondular a los mismos rayos del sol.

Hasta los charcos en las calles, aparecían como magia de espejismos pequeños lagos en mi camino, en donde mi roce con alguna rama de árbol, hacia caer sobre mi una mini-lluvia que refrescaba aún más el momento…


Así fue esta mañana, una pizca de frescor en una atribulada ciudad que nomás no se decide a encontrar la solución de voltear a sus orígenes, a la misma gente que la hizo nacer para poder prosperar en verdad y ser un ejemplo para las demás.


Por lo pronto, yo ruedo y ruedo… porque no me es posible esperar a que la cultura me alcance en 30 años… no tengo tiempo para esperar!


Ro

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