Pie a tierra

Aprovechando el momento que vivimos, o como dijera el jesuita: “estar atentos a los signos de los tiempos”, hoy me siento aquí enfrente de mi papiro digital para comentar una parte del ciclismo que a veces no valoramos y que es una parte intrínseca de nuestro rodar.

Poner “pie a tierra”, puede ser cansancio, puede ser precaución o capaz que hasta simple intuición, pero detenernos en algún momento en alguna rodada, es un hecho que hemos de valorar, apreciar, entender.

Puede ser en el bosque, como cuando íbamos subiendo a Torre 2. En el bosque la Primavera, cuando la temporada de lluvias empezaba y las piedras habían salido a bailar cuando las sorprendió el día y se convirtieron en micro topes en nuestro andar. En plena trepada luego de ya otras 2 trepadas, en donde tenemos unos 12% de inclinación. Si, fue necesario el “pie a tierra”.

Puede ser en el semi-desierto potosino, en las afueras de la capital. Una ruta “tranquila”, con las piedras sueltas de siempre y las omnipresentes espinas que en ocasiones ni perdonan a las llantas tubeless. Recuerdo que también sirvió para que uno de nuestros compas de rodada terminara de recuperarse de una caída de costado, que ya había ameritado un dolac para el dolor de las costillas que en ese momento, para nada que eran “falsas”

Puede ser también en medio de un bosque tropical. Cruzando un “arroyo crecido” que se ha convertido en río y a pesar de lo que pienses, se convierte en una delicia para los fatigados ciclistas que apenas vamos a la mitad de la jornada, cruzando la sierra occidental, entre pinos, sauces, encinos, mosquitos, aguilillas, lodo y escarpados pasos de cabra.

En cada caso descubrimos que no estamos detenidos, estamos retomando fuerzas, descubriendo lo bello que es estar en medio de un entorno que nos impulsa a ser lo mejor que podemos ser, a sacar fuerzas de donde no sabíamos que teníamos, a compartir lo que descubrimos y apoyar al grupo si es que vamos con alguien, o apoyarnos a nosotros mismos si nos toca ese “pie a tierra” en solitario.

Así en estos tiempos, de “contención”, en el que parece que estamos detenidos. Da una segunda vista y descubre que el ciclista que eres, esta presente. Esta viendo alrededor, esta descubriendo con lo que cuenta, agradeciendo lo que tiene y lo rodado y preparándose a continuar la ruta. Por lo que en unos días, unas semanas, en algún tiempo, nos veremos de nuevo compas, en la ruta, en la montaña, en el desierto, en la selva… no importa mientras sea sobre nuestras leales alumínicas…

a rodar!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Post

A commutar!

Y no, no es para tener poderes de los 4 fantásticos (no son mis preferidos), o para conseguir una mutación… aunque pensándolo bien, esto de “commutar” si te puede sacar un poco de la media del ciudadano actual en esta ciudad, en este país… en muchos de los países de este planeta. Hoy iba ya […]

Cuarenta y ocho

Hay que arrebatarnos unos minutos a nosotros mismos. Nos dejamos llevar muy fácilmente por las prisas de cada día. Los pendientes y deberes del diario se adueñan de cada uno de nuestros minutos, y ahora, rodeados de gadgets según esto creados para “hacernos la vida más fácil”, nos vemos sumergidos en sus garras que nos […]

La Madre Bugas

Martes, el día apenas empieza. Ya llevo algunos minutos sobre mi rila cuando llego a la terracería, luego del primer trepadón en Bugambilias, Bugas para los cuates. Ya el frío de estos días de Enero se a escurrido de mi cuerpo a fuerza del sudor que me costó el primer tramo de la trepada. Nuestro […]