Empezando un lunes, llegando muy temprano a mi lugar de trabajo, y sí, me convenzo de tomar la bici que traigo en el auto. La bajo del rack y posa a un lado del carro, pareciera que lo sabe y se mueve sola como ya queriendo iniciar la rodada.
Subo en ella y nos lanzamos ambos por el circuito que utilizan nuestros compas ruteros… por ahí veo a algunos que ya están practicando por su parte. Yo me sigo de largo y cambio el pavimento por la terracería, luego por el empedrado que va permitiendo que este rincón de mi bosque me vaya engullendo, al menos por unos minutos.
Mientras voy subiendo las colinas que forman la barrera natural del valle de Atemajac y el bosque La Primavera, lo que hace miles de años eran los bordes de la caldera (o Toba Tala), ahora son estás colinas de pómez, obsidiana y fértiles predios que hoy voy bordeando, mientras el sol empieza a despuntar por el horizonte.
Y con el alba viene a mi encuentro esta toma del camino combinando las sombras de la noche que se va con los dorados y anaranjados del amanecer, se ve el camino que se que me llevara hasta el borde del camino y me regresará a la ciudad. Pero hoy, por esos segundos, es un momento inesperado, un momento en el que sé que mi camino deberá virar y regresar, pero al menos durante ese día, y en otros por llegar, podré cerrar, los ojos, y regresas a este momento inesperado, donde el roble parecía estar al final de las huellas de piedra, custodiando el maizal por un lado y el borde de árboles por otro. Escucharé de nuevo mi respiración entre mezclándose con el roce de las llantas de mi bicicleta con las piedras y los pájaros piando llamando a despertarse al vecindario para ir a recolectar insectos.
Una familia de árboles, con otro más como vecino, al borde de la colina, y la ciudad un poco más allá, aquí deslumbrada por los primeros rayos del sol de ese lunes. La yerba rociada con el fresco de la noche, ahora reflejando dorados y verdes vivos. Y cuántas veces he pasado por ahí? basta simplemente una parada inesperada para descubrir un rincón que nos espera como esos regalos en navidad que tanto deseábamos y que no sabíamos que llegarían. Un momento que duro unos segundos, pero se quedo para siempre ahora en mi memoria, trayendo paz en un andar correteado de mi vida. Que me recuerda que la vida no esta sólo entre bellos ventanales, o instalaciones recubiertas de WiFi… esto que parecería ser un escape de mi realidad creo que es más bien la realidad y que al irnos todos a cubrir a oficinas y despachos es cuándo realmente nos estamos escapando… así será?
Por lo pronto me toca disfrutar mientras recuerdo, volver a mis recuerdos cuando me siento agobiado y descubrir que el pleito de oficina o el pendiente que me apura, no es más que una parte en mi vida que es mucho más que llegar al trabajo y esperar la hora de salida, es mucho más y espero con ganas volver a bajar mi bici del rack y ponernos a rodar.
Ro
Asi habla el epiritu de un Ciclista que detiene el tiempo para ver los detalles que la Madre Tierra nos regala de vez en vez y que los captura para compartirlos con la tribu.
Esto nos recuerda que aunque el camino aparentemente es el mismo cada quien lo recorre y lo vive de manera diferente y los regalos y retos son diferentes para cada quien
Saludos y buen blog again
jeje, y es un gusto ver que motiva a otras almas poetas regalen sus palabras en retribucion… un gusto y a rodar!!!!
Qué maravilla