de caminos y destinos

En ocasiones estamos demasiado imbuidos y viendo a nuestro alrededor creemos estar atascados o detenidos por omisión o flojera. Podríamos ver nuestra propia foto y pensar que cómo es que está tirada la bicicleta, y no estamos disfrutando de ese bosque que nos rodea.

Nos cerramos a una interpretación rápida y generalmente denostativa de nosotros mismos o de los demás. Así nos empuja el sistema, la sociedad… “piensa mal y acertarás” dicen por ahí, y bueno, escucha las noticias y no hay porque pensar otra cosa, ja!

Pero aquí volvemos a lo que nos enseña la bicicleta. Que la esencia es el pensamiento positivo, el esfuerzo siempre da más.

Y aquí simplemente estaba yo dando un descanso a mi bici, luego de hora y cuarto de rodar, 2 subidas al ocho media (en la primera se le safo una palanca y tuve que bajar de nuevo a que se la arreglaran) Y luego tratar de alcanzar a mis compañeros de rodada, pero aquí nos dimos unos minutos, para un tentempie y simplemente estábamos apuntando para seguir el camino.

 

 

 

 

En otros momentos nos encontramos con senderos bastantes claros. Pedaleamos seguros y hasta con una buena anticipación de los movimientos que tenemos que hacer. Tanto así que hasta puedes tener algunas micras de segundo para ver alrededor y extender nuestro ser hasta los árboles que nos rodean.

Podemos calcular la distancia a la “ramona” o descubrir esas piedras camufladas en la orilla de la vereda. Percibimos sin saber cómo ese vereda que sólo descubren aquellos que hemos aprendido a rodar en los bosques, en los desiertos, en las selvas, en la terracería. En dónde si alguien que no rueda, no vería ese sendero como lo vemos nosotros.

Así es como el bosque nos va invitando a adentrarnos en él, nos de su venía y nos acepta. Sabe que somos parte de él, y si de veras somos ciclistas, sabremos corresponder al bosque con nuestra humildad, admiración y agradecimiento por permitirnos cruzar por esos senderos, que desde eones nos han esperado ahí.

 

 

 

 

En otros momentos nos toparemos con estos tramos en nuestra ruta.

Vemos el camino, pero no mucho más allá. No sabemos a dónde desemboca ni logramos identificar todos los posibles obstáculos que se vienen por delante. Pero el ciclista confía en sí mismo, confía en su bicicleta y en que sabrá sortear lo que venga, y confía en el propio camino. Como en la vida, no siempre tendremos certeza en el siguiente destino, pero es la confianza la que nos hará seguir adelante y terminar la ruta.

Lo que uno aprende en estos momentos es a disfrutar más y más lo que podemos ver. Recordamos que la vida misma es un continuo presente, es una colección de instantes que en un tris se convierten en recuerdos.

La vida y la bicicleta, no se viven en el futuro ni en el pasado. Si realmente quieres saber lo que es rodar tienes que aprender ha disfrutar cada pedaleo, cada vuelta de la rueda.

Así como si realmente quieres vivir, tienes que experimentar cada segundo de tu andar, no querer adelantar un futuro que no existe ni un pasado que no esta aquí.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Post

Y seguimos subiendo

Una tarde, una calle, un parque, una salida, una oportunidad más… Rodar te da regalos que no te imaginas, a veces no tienes seguridad de la ruta que vas a seguir. Y en ocasiones, aún teniendo en tu mente el trayecto descubres nuevas cosas, una curva, una subida, un bache, una nueva piedra en el […]

La primera con los Lizzards

Domingo, ya amaneció hace un rato y nos estamos preparando para rodar. Bajo mi bicicleta y me presento con los primeros que ya llegaron al punto de reunión. Aunado con las emociones que ellos traen para esta rodada, quizás una vez más en los últimos meses, traigo yo la aventura de recorrer un camino nuevo, […]

Regresan las lluvias…

Vienen las lluvias, empieza a percibirse ese aroma tan refrescante de la tierra mojada, de humedad prueba del encuentro de amor entre el cielo y la tierra. Se activa la memoria colectiva que nos regresa a esos ayeres en que el pavimento no existía, cuando los empedrados y los caminos apisonados eran los hilos que […]